El expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, defendió que su gobierno iba a “terminar” con los narcos, al declarar ante el tribunal de Nueva York donde es juzgado por conspirar para traficar con drogas y armas, delitos que le pueden suponer una condena perpetua.
Seguro y tranquilo y a veces corrigiendo al traductor, Hernández, de 55 años, fue sometido durante casi cuatro horas primero al interrogatorio de su defensor Raymond Colon y luego al de la fiscalía, que proseguirá el miércoles.
La defensa está centrada en exhibir el arsenal de leyes con que se dotó su gobierno (2014-2022) para combatir el narcotráfico y el crimen organizado y su estrecha relación con las autoridades estadounidenses tanto en Washington como con funcionarios locales, con las que el “principal tema” de conversación era precisamente el crimen organizado, contó el acusado.
Todo ello para desmontar el relato de la fiscalía, que lo acusa de crear un narcoestado y de proteger a las redes criminales para enviar 500 toneladas de cocaína a Estados Unidos entre 2004 y 2022.
A lo largo de dos semanas de juicio la fiscalía hizo desfilar por la tribuna a connotados narcotraficantes como Devis Leonel Rivera, uno de los líderes del poderoso cartel de Los Cachiros; el exalcalde del municipio de El Paraíso (departamento de Copán), Alexander Ardón; o Fabio Lobo, el hijo del expresidente Porfirio Lobo, que se entregaron a Estados Unidos, donde cumplen condena por tráfico de drogas.
Todos ellos aseguraron haber sobornado al presidente a cambio de protección para sus actividades y para no ser extraditados.
“¿Prometió a los cárteles protección?”, le preguntó Colon. “Por el contrario, señor, prometimos que íbamos a terminar con ellos”, respondió el exmandatario, que en 2014 comenzó las extradiciones a Estados Unidos, dos años después de haber sido reactivado el tratado durante el gobierno de Porfirio Lobo (2010-2014).
“La política nuestra es enviar a todos los que solicite Estados Unidos” para ser juzgados, recordó.
Durante su gobierno, dijo, se produjeron los primeros grandes decomisos de activos de los narcos, como el del cartel de Los Cachiros al que se le requisaron bienes por “600 millones de dólares”, el mayor “decomiso de Centroamérica”, antes de que el juez Kevin Castel le cortara en su declaración y le instruyera que se limitara a contestar con un “sí”, “no” o “no recuerdo” a las preguntas.
– “CARA MÁS BLANCA” –
Cuando dijo que no había conocido a ningún capo de la droga hondureño ni mucho menos conspirar con el jefe del cartel de Sinaloa Joaquín ‘Chapo’ Guzmán, el fiscal Kyle Wirshba trató de acorralarlo durante un agresivo interrogatorio con fotos y otras pruebas al apoyo.
Como una instantánea tomada durante el Mundial de Fútbol de Sudáfrica de 2010, en la que el entonces presidente del Congreso aparece con la camiseta nacional abrazando a Arnulfo Valle, uno de los líderes del poderoso cártel de los Valle-Valle, que tenían un plan para asesinarlo cuando la justicia empezó a perseguirlos y Hernández no respondía al teléfono.
“Esa camiseta es para nosotros los hondureños como un uniforme nacional”, intentó defenderse visiblemente emocionado el expresidente, que señaló incluso que se había especulado con que esa foto pudiera estar manipulada. “Mi cara aparece más blanca”, aseguró.
“Pero Arnulfo Valle trató de matarlo”, insistió el fiscal. “Pero eso no significa que lo conociera”, le respondió el acusado.
O cuando en un desliz, dijo que “los narcotraficantes no tienen partido político. Apoyan a todos, o al menos tratan”, rectificó. “¿Excepto a usted?”, preguntó el fiscal.
– “UNANIMIDAD” –
Es poco habitual que un acusado testifique en un proceso penal. No declarar “no significa que el acusado esté asumiendo su culpabilidad”, recordó el juez.
La defensa mantuvo el suspenso hasta el último momento, después de que testigos -tres generales hondureños (uno en el retiro)- testificaran a su favor.
Una vez que concluya el interrogatorio de la fiscalía, está prevista la presentación de los argumentos finales, para lo que cada parte tiene 1 hora y 45 minutos. La fiscalía puede replicar durante otra media hora, precisó el juez.
Al término de los mismos, el jurado de 12 miembros se retirará a deliberar y llegar a una conclusión por unanimidad. La suerte del exmandatario está en sus manos.