Sólo quedan niños y mujeres en Hurfeish, una localidad drusa del norte de Israel. En tiempos de guerra, los hombres de esta minoría árabe se convierten en pilares de la defensa del país.
El pueblo, situado en la región montañosa de Galilea, vive una fiebre patriótica desde el 7 de octubre. La fábrica produce ahora uniformes y en las calles, los vehículos están recubiertos por pegatinas azules y blancas, los colores de la bandera israelí.
De los 7.000 habitantes que tiene el pueblo, “cerca del “80% de los hombres trabaja en la defensa nacional”, un sector que abarca el ejército, la policía, la inteligencia o los servicios penitenciarios, explica Hassan Rabakh, responsable de la seguridad de Hurfeish.
Los hombres de esta localidad se encargan de la seguridad en la frontera norte de Israel y buscan proteger al país de las amenazas del Hezbolá libanés, aliado de Hamás y posicionado al otro lado de la montaña.
“Estamos muy cerca de la frontera libanesa, a 4 km en línea recta, y en nuestro pueblo no hay valla, así que patrullamos con dos vehículos en todo momento”, explica Hassan Rabakh, jefe de un grupo de autodefensa armado, que se formó tras el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre.
Los 20 hombres que integran el grupo recién formado conducen por carreteras sinuosas mientras de fondo, se van escuchando los disparos de las fuerzas israelíes, que apuntan el sur de Líbano.
Unos 200 km al sur, el ejército israelí libra una guerra contra el movimiento islamista palestino Hamás en la Franja de Gaza.
– Paracaídista o nada
Los drusos, una comunidad religiosa que nace de una rama del Islam, llevan 1.000 años asentados en esta región montañosa de Medio Oriente, dividida ahora por las fronteras de tres países en guerra: Israel, Líbano y Siria.
En cada uno de estos países han optado, por motivos religiosos, por comprometerse con una bandera diferente.
“Cada druso está vinculado por la teología a la tierra que le permite vivir, es un vínculo inquebrantable”, explica a AFP el responsable político de Hurfeish, Mofed Marei.
Los 149.000 drusos israelíes forman una comunidad solidaria, que representa un 2% de la población.
En virtud de su especial condición de “hermanos de armas”, están cada vez más integrados en altos cargos civiles, militares y políticos, a pesar de recurrentes temores de discriminación.
Mofed Marei observa en su salón el inmenso retrato de su hermano Nabih, pintado con óleo. Era general adjunto y falleció en Gaza en 1996.
Con 18 años, a inicios de los años 1970, este “héroe” forzó su destino y escribió al entonces ministro israelí de Defensa para obtener la unidad militar de su elección. “Para él era ser paracaidista o nada”, recuerda Marei.
“Nos abrió el camino a todos, desde entonces tenemos todo el abanico de posibilidades”, dice este coronel retirado, lleno de orgullo.
– “Ejemplaridad” –
Esta “ejemplaridad” y el valor que le otorgan a los combates están en el corazón de la doctrina de compromiso de los drusos israelíes, muy presentes en las unidades de élite, explica un militar, bajo condición de anonimato.
Hurfeish se ganó incluso el apodo de “pueblo de Tzáhal”, el nombre hebreo del ejército.
Más de “40 miembros de la comunidad” drusa murieron en las últimas semanas, sobre todo en la operación militar para frenar el ataque de Hamás el 7 de octubre, asegura Marei.
Cerca de 1.200 personas, civiles en su mayoría, fueron asesinadas en el ataque de los milicianos de Hamás contra territorio israelí.
La ofensiva de Israel lanzada en respuesta en la Franja de Gaza, gobernada por Hamás, dejó a su vez más de 11.100 muertos, también civiles en su mayoría, según el grupo islamista.