No importa la distancia o el clima, Jane Christensen, estaba determinada a ver a los pandas gigantes antes de que se vayan de Washington.
La mujer, una sexagenaria que viajó cientos de kilómetros desde su residencia en Michigan, le dijo que quedó flechada por la mágica ternura de los ejemplares desde que China se los obsequió a Estados Unidos hace más de medio siglo.
“He tenido una ‘fiebre de pandas’ desde entonces”, reconoció bajo la llovizna a las afueras de la exhibición del Zoológico Nacional Smithsonian.
Los tres pandas del zoológico partirán a China a final de este año, y con ello pondrán fin al menos temporalmente a décadas de conexión entre la adorable especie y la capital estadounidense.
El zoológico dio inicio a un evento semanal que llamó “Panda Palooza” -parodiando a un popular festival- que se anticipa a la partida de los ejemplares y reúne a miles de fanáticos ataviados con sombreros y ropa alusiva a los particulares osos.
Si bien la salida de los pandas era de esperarse por obligaciones contractuales, muchos no pueden dejar de ver el asunto con cierta dimensión política por la creciente tensión entre Pekín y Washington.
Los primeros ejemplares, unas simpáticas bolas de pelo blanco y negro, llegaron desde China en 1972 como un regalo tras la histórica visita del entonces presidente estadounidense Richard Nixon al gigante asiático.
Consciente de la fijación que producía la especie en el público y de la fuente potencial de ingresos para programas de conservación, China continuó prestándoles pandas a Washington y a otros zoológicos alrededor del mundo, en lo que se conoce desde entonces como la “diplomacia de los pandas”.
En el zoológico Smithsonian, se han destinado millones de dólares al estudio y adecuación de los pandas, especialmente en relación con la crianza y a través de la popular “Cámara panda”, que transmite las 24 horas del día y con la que se monitorea su salud y comportamiento.
“Hemos visto en la cámara en vivo cada día hasta este momento”, dijo Heidi Greco, quien viajó con su familia durante horas en su automóvil desde el estado de Ohio.
Su hija Stormy, quien lleva una gorra de panda y un paraguas de panda recién comprado, está “obsesionada” con esos animales, dice Greco.
La familia los ha visto dar algunas vueltas en sus recintos separados al aire libre, y también han disfrutado de la vista interior donde los visitantes pueden apreciarlos de cerca comiendo bocadillos y bambú.
“Cuando escuché que estos pandas se iban, y que los pandas del zoológico de Atlanta se iban, me di cuenta de que no habría más pandas en Norteamérica… (excepto) uno en México que está muy viejo, me puse muy muy molesta”, dijo Greco.
El zoológico de Atlanta, en el sureño estado de Georgia, enviará también sus pandas a China a finales de 2024.
– ‘Poder blando’ –
Los pandas Mei Xiang y Tian Tian llegaron a Washington en el año 2000, y han tenido cuatro oseznos. Xiao Qi Ji (“Pequeño milagro” en español) nació en 2020 y partirá hacia China en diciembre.
Durante la visita de estado de Xi Jinping en 2015, su esposa y la primera dama estadounidense ofrecieron una ceremonia oficial para presentar a Bei Bei, otro panda bebé.
Ocho años después, con crecientes tensiones alrededor de asuntos como Taiwán y en medio de disputas comerciales entre las dos potencias, la exhibición de pandas está a punto de cerrar.
El gobierno chino tiende a “otorgar” pandas a “naciones que con las que China tiene relaciones en auge, como una forma de proyección de poder blando”, dijo Kurt Tong, ex alto diplomático estadounidense y socio director de la consultora Asia Group.
“Sobre eso, dado el estado actual de las relaciones entre Estados Unidos y China, no sorprende que las autoridades chinas estén permitiendo que expiren los contratos con zoológicos estadounidenses”, dijo Tong a través de un correo enviado a la AFP.
Señaló que este tipo de préstamo también ayuda a China a “aumentar el presupuesto de conservación de pandas”.
El Smithsonian paga 500.000 dólares anuales a su socio chino de conservación, dijo el zoológico.
La partida de los pandas “cierra un gran capítulo de éxito en la historia del cuidado y conservación internacional de animales”, dijo el zoológico en un comunicado, y añadió que el lugar “continúa comprometido en continuar sus esfuerzos para asegurar y salvaguardar un futuro saludable para los pandas gigantes”.
Una de los asistentes que fue a despedirse de los osos resaltó el éxito de los esfuerzos del zoológico por hacer crecer la población de pandas.
“Hemos transitado un largo camino para revertir los números”, dijo Michaela, originaria del estado de Maryland, quien tenía la cara pintada con las características enormes ojeras de panda. Pese a los esfuerzos, la especie sigue en la lista de las vulnerables.
Conforme mermaba la lluvia, un constante y numeroso grupo de visitantes comenzó a llenar el área circundante al entorno abierto donde permanece el panda.
Reconocido por ser un poco lento, el panda se paseó varias veces por el espacio, trepó y bajo algunas colinas y así se aseguró de que cada visitante obtuviera una buena foto, seguramente la última.