“Oxígeno y asfixia” o zanahoria y garrote: el gobierno colombiano insistió en avanzar hacia una nueva política antidrogas que vaya más allá de la represión de la producción y el consumo que no ha logrado erradicar el narcotráfico.
El primer gobierno izquierdista en la historia del país es un duro crítico de la “fracasada” guerra antidrogas que se libra desde hace medio siglo con la millonaria financiación de Estados Unidos.
Bajo el nombre de “Sembrando vida desterramos el narcotráfico”, el ministro de Justicia, Néstor Osuna, y el ministro de Defensa, Iván Velásquez, presentarán “en los próximos días” una nueva política contra para la década 2023-2033, según un comunicado de prensa.
Se centrará en dos áreas: La “asfixia” para “desarticular y reducir la influencia y capacidad de las organizaciones criminales que se benefician del narcotráfico”, y el “oxígeno” para los pequeños campesinos y la transformación de sus tierras en “economías lícitas y alternativas”, añadió.
Tras cuatro décadas de lucha sin éxito contra el narcotráfico, Colombia sigue siendo el mayor productor mundial de cocaína y Estados Unidos el principal consumidor.
El anuncio de esta nueva política tiene lugar el primer día de una cumbre latinoamericana sobre drogas, que reúne a una veintena de países en Cali (suroeste), con una reunión prevista para el viernes entre el presidente Gustavo Petro y su homólogo mexicano Andrés Manuel López Obrador.
Ambos gobernantes coinciden en darle un tratamiento más integral al narcotráfico.
En México operan algunos de los cárteles más poderosos con ramificaciones en numerosos países como Colombia.
López Obrador, de izquierda como Petro, asegura que su estrategia para enfrentar el problema de la violencia en el país se basa en reducir la pobreza y dar oportunidades a los jóvenes.
En tanto, el gobernante colombiano impulsa una política de “paz total”, con la cual pretende negociar el desarme y el sometimiento a la justicia de guerrilleros y organizaciones del narcotráfico, respectivamente.