Los encarnizados combates entre los dos generales rivales continúan este martes en Sudán, ignorando la última tregua, en momentos en que la ONU multiplica las advertencias de que la situación se encamina a una “catástrofe” con cientos de miles de refugiados.
Sudán está sumido en un conflicto desde el 15 de abril cuando estalló una guerra por el poder entre jefe del ejército, el general Abdel Fatah al Burhan, y los paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), liderados por el general Mohamed Hamdan Daglo.
Los violentos enfrentamientos en Jartum y en otras regiones, en especial en Darfur, en el oeste, han dejado más de 500 muertos y una cifra diez veces mayor de heridos, según balances que se estiman que pueden estar muy por debajo del número real de víctimas.
El conflicto obligó a cientos de miles de personas a huir de los combates hacia otras zonas dentro del territorio o hacia países vecinos.
La ACNUR, la agencia de refugiados de la ONU, estima que 100.000 personas han huido de Sudán a países vecinos y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), otra entidad de Naciones Unidas, calcula que hay 334.000 desplazados internos.
En la capital, Jartum, una ciudad de cinco millones de habitantes, la población sufre carencias de agua corriente, electricidad y de comida, con temperaturas que rondan los 40 ºC.
“Se escuchan disparos, aviones de guerra y fuego antiaéreo”, reportó a la AFP un habitante del sur de la ciudad.
Otros testigos informaron de bombardeos en el norte y en el este de Jartum.
Un alto funcionario de la ONU en Sudán, Abdou Dieng, advirtió el lunes de que la situación se encamina a una “catástrofe en toda regla”.
El presidente de Kenia, William Ruto, dijo que el conflicto alcanzó “niveles catastróficos” y que los generales enfrentados se niegan a “hacer caso a los llamados de la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD), la Unión Africana y la comunidad internacional para un cese el fuego”.
En una reunión virtual con altos funcionarios de la ONU, Ruto afirmó que es imperativo encontrar formas de enviar ayuda humanitaria “con o sin un cese el fuego”.
Burhan y Daglo, que ahora son rivales, se aliaron en un golpe de Estado en 2021 para marginar a los civiles del gobierno tras el derrocamiento del dictador Omar al Bashir, lo que segó la transición en el país.
Ambos bandos han incumplido varias treguas, el último un cese el fuego de 72 horas acordado a última hora del domingo.
– La ayuda llega con cuentagotas –
La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) advirtió que el programa de ayuda para Sudán para 2023 está financiado solamente en un 14% y que faltan 1.500 millones de dólares para hacer frente a la crisis humanitaria, agravada por los combates.
El encargado de asuntos humanitarios de la ONU, Martin Griffiths, llegó el lunes a la capital de Kenia, Nairobi, en una misión con el objetivo de encontrar formas de enviar ayuda a los millones de civiles atrapados en Sudán.
“La situación que se está desarrollando allí (en Sudán) desde el 15 de abril es catastrófica”, tuiteó.
El caos del conflicto incluyó el bombardeo de hospitales y el saqueo de instalaciones humanitarias, y obligó a organizaciones extranjeras a suspender la mayoría de sus operaciones.
La ACNUR teme que “más de 800.000 personas” huyan de los combates hacia los países vecinos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que los combates lastraron el sistema de salud del país, que ya era extremadamente frágil, empujándolo hacia una “catástrofe” y que en la capital sólo un 16% de los hospitales opera a plena capacidad.
– Caos en Darfur –
El caos también azotó a la capital del estado de Darfur del Oeste, Geneina, donde al menos 96 personas han sido reportadas como muertas desde el inicio de los combates, según la ONU.
“El sistema de salud está completamente colapsado en Geneina”, dijo el sindicato de médicos, que denunció que los saqueos de sus clínicas y campamentos para los desplazados obligaron a varias agencias humanitarias a realizar “evacuaciones de emergencia” de su personal.
La región de Darfur todavía está muy marcada por la guerra que comenzó en 2003 cuando el dictador Al Bashir reclutó a las milicias de “Janjaweed” contra los rebeldes de minorías étnicas.
Esta guerra que incluyó una campaña de tierra quemada dejó cerca de 300.000 muertos y cerca de 2,5 millones de desplazados, según cifras de la ONU.