El presidente estadounidense, Joe Biden, recibe este viernes al canciller alemán, Olaf Scholz, para enviar un mensaje de unidad frente a la sociedad entre China y Rusia, que ha advertido contra nuevas entregas de armas occidentales a Ucrania.
Esta visita, destinada a “reafirmar los profundos lazos de amistad” entre ambos países, según la Casa Blanca, es la segunda a Washington del gobernante alemán desde febrero de 2022, y ha despertado la ira del Kremlin, que afirmó que nuevos suministros de armas a Kiev solo conseguirán “prolongar” el conflicto en Ucrania.
“Constatamos que Estados Unidos prosigue su política de aumentar las entregas de armas a Ucrania y de persuadir a sus protegidos para que hagan lo mismo”, declaró el viernes el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
La Casa Blanca ya adelantó que Estados Unidos anunciará el viernes un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania, compuesto principalmente de municiones.
El canciller alemán será recibido a las 19H00 GMT en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Se espera que ambos líderes hagan breves declaraciones allí a los periodistas.
La ausencia de conferencia de prensa conjunta ha suscitado interrogantes sobre la persistencia de las tensiones surgidas recientemente en torno a la entrega de tanques alemanes a Ucrania.
– Lucha –
Este punto ha sido “ampliamente sobreinterpretado”, asegura el portavoz del canciller, Steffen Hebestreit, para quien se trata de una “corta visita de trabajo”.
Para Hebestreit, las relaciones entre Estados Unidos y Alemania, dependientes de la alianza estratégica atlántica OTAN y la protección militar estadounidense, son “muy buenas” pese a los altibajos generados desde que Joe Biden está en el poder.
Los dos aliados se esfuerzan, en definitiva, por mostrar que están en total sintonía, tras varios episodios de fricción: primero, la oposición frontal de Biden desde su llegada al gobierno al polémico proyecto del gasoducto Nord Stream 2, entre Alemania y Rusia, o las enormes subvenciones estadounidenses a la industria verde previstas en su Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés).
Pero el episodio de los tanques también fue motivo de tensión entre ambos países.
Alemania finalmente acordó el 26 de enero enviar una cantidad significativa de sus tanques Leopard, dando una nueva dimensión al apoyo militar a Ucrania.
Estados Unidos también ha prometido blindados pesados, un anuncio que ha dado lugar a diversas interpretaciones en los últimos días.
Washington dio luz verde a ello con el único propósito de acabar con las reticencias alemanas a enviar tanques, admitió el domingo el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.
Biden había “decidido originalmente no enviarlos porque sus militares le dijeron que no serían útiles en el campo de batalla”, explicó en el canal ABC.
Pero ante la negativa alemana, el presidente estadounidense actuó “en interés de la unidad de la Alianza y para asegurarse de que Ucrania obtenga lo que pretendía”, afirmó Sullivan.
Una versión que el gobierno alemán no avala, asegurando que las discusiones consistieron en construir un “enfoque común” sin que Berlín forzara a Washington a tomar la decisión.
– China –
China constituye otro desafío para este encuentro. Washington vería con buenos ojos que Alemania, una gran potencia exportadora vinculada a China, adoptara una posición diplomática más firme ante el gigante asiático.
Los motivos de crispación entre Washington y Pekín se han multiplicado recientemente, desde el episodio del derribo del globo chino sobre territorio estadounidense -que según la administración Biden tenía fines de espionaje- hasta las restricciones de uso de la red social TikTok.
Estados Unidos también acusa a China de evaluar el envío de armas a Rusia para ayudarla en su ofensiva contra Ucrania, algo que Pekín desmiente.
Ese temor quedó manifiesto en el pedido explícito de Scholz el jueves desde la tribuna del Bundestag, el legislativo alemán: “¡No suministren armas al agresor ruso!”, señaló.
La reunión entre Biden y Scholz ofrece así “una oportunidad preciosa para enviar una señal clara y persuasiva a China”, resumió el exdiplomático estadounidense Jeffrey Rathke, hoy presidente del Instituto Estadounidense de Estudios Alemanes Contemporáneos de la Universidad Johns Hopkins, en Washington.