Tras el estrepitoso desfile de Louis Vuitton la víspera, la marca francesa Dior propuso calma y serenidad para tiempos tormentosos, con una ropa cómoda y de tonos suaves.
Abrigos sobredimensionados, jerséis confortables, pantalones de corte impecable y gorros para la lluvia estilo marinero predominaron en la pasarela, bajo la música ominosa en directo del compositor alemán Max Richter, una de las grandes figuras de la música clásica contemporánea.
El desfile de la colección otoño/invierno fue organizado en un enorme hangar construido en plena plaza de la Concordia, en el centro de París, con motivo de la Semana de la moda masculina de la capital francesa.
Afuera, centenares de chicos y chicas recibieron con gritos desaforados y aplausos a varios intérpretes de bandas de k-pop, la música coreana en boga entre los más jóvenes, entre ellos la estrella J-Hope.
Dentro, una vez cerradas las puertas, todo fue lujo y -casi- voluptuosidad. Los modelos desfilaron a ritmo lento, espaciado, con botas de caña alta, algunas de ellas elaboradas con impresoras 3D.
Frente a los colores chillones del escenario y la música flamenco y pop de la víspera, Dior ideó una puesta en escena muy austera.
En los muros de la instalación, imágenes del actor Robert Pattinson y de la actriz Gwendoline Christie recitando fragmentos literarios, entre ellos “La tierra baldía” del poeta TS Eliot.
“Creo que hay un nuevo sentimiento de comodidad en la colección, una combinación de formalidad e informalidad”, explicó a la AFP Kim Jones, creador jefe de Dior.
Los jerséis, en tonos pastel o azul cielo, aparecían bordados con pedrería. Las camisas, blancas, encima de bermudas. Alrededor de la cintura, delicadas cintas de encaje que descendían hasta el suelo.
“Creo que era el momento de mirar más allá del señor Dior en los archivos de la casa, de remontar hasta (Yves) Saint Laurent”, que debía ser el heredero, explicó Jones.
Yves Saint Laurent presentó una primera colección para Dior en enero de 1958, a los 21 años, un desfile que aún es recordado como un hito en el mundo de la moda.
– “Todo me parece falso” –
Por su parte, la casa japonesa Mihara Yasuhiro presentó un desfile enérgico, al ritmo de una batería en directo.
Yasuhiro es un representante de la cuidada artesanía nipona. “Todo lo que veo me parece falso”, explica en las notas de su show, en el que hace desfilar a los modelos con un enorme jerséi estampado con un dólar estadounidense, a modo de protesta desenfadada.
Los anoraks de Yasuhiro son enormes pero cortados brutalmente a nivel del pecho, cubriendo apenas los brazos. Si el hombre decide que tiene frío, siempre puede ponerse un guante extralargo, estilo Rita Hayworth en “Gilda”, que le llega casi hasta el hombro.
El desfile de Yasuhiro fue mixto. Destacaban los zapatos de las mujeres: un diminuto patito de tono fluorescente hace de tacón.
Yasuhiro anunció como novedad de esta colección el uso del simipiel (imitación del cuero), siguiendo el camino de otros diseñadores.
El británico Paul Smith presentó por su parte chaquetas “más largas y suaves, muy cómodas”. Sus pantalones se cierran con botones de presión, ajustables.