El 9 de noviembre de 2021, el régimen de Daniel Ortega se “divorció” de una larga y generosa relación con Taiwán y se “casó” con la República Popular de China, en una sorpresiva que jugada que parecía buscar un mejor soporte político y económico con el gigante asiático.
El nuevo matrimonio exigía repudiar la relación con Taiwán con Nicaragua, que tenía ya 31 años, desde que el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro estableció relaciones diplomáticas con la isla tras derrotar a Daniel Ortega en las urnas en 1990.
“La República Popular de China es el único gobierno legítimo que representa a toda China y Taiwán es parte inalienable de todo el territorio chino”, reconoció el régimen de Ortega en la nota que leyó el canciller Denis Moncada donde se comprometía a suspender “cualquier relación o contacto oficial con Taiwán”, quien era hasta ese momento su principal donante, en momentos en que el mundo le daba la espalada a su dictadura.
Durante este año de relaciones oficiales China ha hecho algunos regalos y muchas promesas. Donó cerca de un millón de vacunas con el Covid-19 y equipos de protección a la Policía, firmó un acuerdo denominado “de cosecha temprana”, una especie de antesala a un tratado de libre comercio, y prometió financiar un programa de construcción de viviendas populares.
Laureano Ortega Murillo, hijo de Daniel Ortega y Rosario Murillo, ha sido la figura oficial de la relación con China, por encima del ministro de Comercio, a pesar que su cargo oficial es “asesor para Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional de la Presidencia”.
En una entrevista con la agencia china Xinhua, Laureano Ortega, afirmó que en este año China y Nicaragua han desarrollado “una agenda intensa de trabajo” y han alcanzado “acuerdos relevantes” en materia comercial, económica, cultural y de cooperación para la salud y el desarrollo.
“Queremos que China vea a Nicaragua como una plataforma regional. Estamos en el centro de la región centroamericana y desde aquí los productos chinos pueden tener una vitrina especial para el resto de los países de la región”, dijo Ortega Murillo en la entrevista.
Sin embargo, las estadísticas muestran que China no ve a Nicaragua como el régimen de Daniel Ortega espera que la vea. La billetera china está muy lejos de lo abierta que estaba la de Taiwán.
Según datos oficiales, de enero a septiembre de 2022, ya con las relaciones diplomáticas establecidas, las exportaciones a China solo pasaron de 9.08 a 11.28 millones de dólares si se le comparar con el mismo periodo del año anterior. China sigue a la cola de los mercados para Nicaragua.
“Fracaso total de dictadura. Se cumple un año desde que el régimen de Nicaragua rompió relaciones con Taiwán y China no compra ni un cuarto de lo que aportaba Taiwán. China no llega ni al 5% de exportaciones nicas mientras Estados Unidos representa más del 50% de exportaciones totales”, expresó en un tuit el ex embajador nicaragüense en la OEA, Arturo McFields.
El economista nicaragüense Enrique Sáenz no se atreve a usar la palabra “fracaso” para definir el estado de las relaciones entre China y Nicaragua “pero sí podría estar de acuerdo que no se ha correspondido con las expectativas de Ortega”.
“A un año de distancia, las expectativas de Ortega no se han cumplido, ni en términos políticos porque ya la posición política de China existía antes de esta ruptura con Taiwán; ni en términos económicos porque las exportaciones están al nivel de años anteriores. Ni en términos de inversiones porque no se ha anunciado ninguna significativa.
Ni en términos geoestratégicos porque China no ha dado ninguna declaración de que está considerando a Ortega un socio privilegiado.
China no le ha dado a Ortega más de que lo que le ha dado a los vecinos centroamericanos que no tienen ninguna pretensión de alianza estratégica”, dice Sáenz en una entrevista con Infobae done analiza el tema.
(Tomado de Infobae.com)