«Maria contestó: “He aquí la esclava del Señor

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«Maria contestó: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra”. Y el Ángel se retiró de su presencia».


¡Y todo se renovó, y la Luz brilló con nuevo ardor en todo el mundo, y la creación respiró!
Tu «hágase» abrió la puerta de la Gloria de Dios y el Hijo se encarnó en tu vientre purísimo. ¡Gracias, Madre!


A unos días de celebrar contigo ese momento hermoso en que tu Hijo nace y Tú contemplaste con un inefable amor su carita, sabiendo que en esa criatura indefensa se te confía Dios, la palabra de tu Hijo nos vuelve la mirada a tu «hágase».


¡Qué locura de amor!


El Dios omnipotente que al inicio de los tiempos dijo: «¡Hágase!», y se creó el firmamento, la tierra con sus ocupantes, el hombre, ante María, la elegida para ser la Madre del Redentor, espera tu respuesta, pide que aceptes, y tu «hágase» se une al «¡Hágase!» de Dios.


¡Alianza de Amor que se da y se recibe en plena libertad, alianza que une al hombre con Dios para siempre!


¡La promesa se ha cumplido, Dios se ha unido a su pueblo!


En tu vientre, Madre, como en un Sagrario, ha crecido tu Hijo; Dios se ha confiado por entero al cuidado de su criatura, y tú, te has entregado a la misión de ser la Madre del Salvador, y en Él, la Madre de todos.


Señora, recibe hoy, una vez más, nuestro agradecimiento y amor por tu «¡Hágase!» a la Voluntad de Dios.
¡Gracias, Madre! A las puertas de Belén sólo podemos decirte: ven a nuestra casa, cobíjate bajo nuestro techo, ven con José a comer a nuestra mesa y deja que nazca tu Hijo en nuestros corazones.

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