Antoine Griezmann desempeña en el Mundial un papel “inusual”, acentuando un “sentido del sacrificio” fundamental para el equilibrio de una selección francesa para la que es una pieza clave desde hace años, a pesar de los vaivenes que ha vivido a nivel de clubes.
Aunque no marcó ni asistió contra Australia el martes (4-1), el delantero del Atlético de Madrid brilló entre los centrocampistas defensivos y el trío de ataque, en una demarcación que apenas había ocupado hasta ahora.
“Vi que disfrutó jugando, haciendo jugar al equipo, en una posición un poco inusual, pero le encanta tocar la bola, y ante todo hizo esfuerzos con la bola y sin la bola”, le elogió su capitán, el arquero Hugo Lloris.
Como de costumbre, ‘Grizou’ no negoció esfuerzos.
Fue el francés que más corrió, solo por detrás de Adrien Rabiot, y multiplicó los repliegues, lanzándose al suelo cuando tocaba, manchando su pantalón blanco con el verde del césped.
“Antoine tiene alma de centrocampista, tiene sentido del sacrificio y una gran capacidad de juego. Creo que es una demarcación que puede asumir por completo”, destacó Olivier Giroud, autor de dos tantos frente a los ‘Socceroos’.
El N.7 estuvo muy bien en defensa, sin que ello le distrajera de su principal misión: ser la rampa de lanzamiento a Giroud, Ousmane Dembélé y Kylian Mbappé.
El futbolista de 31 años se entendió muy bien con el parisino, creando una autopista de pases, algo que estuvo lejos de ser el caso estos últimos meses.
– 68º partido consecutivo –
En su posición habitual, más arriba, Griezmann comprobó que su influencia decreció en los últimos tiempos, sobre todo porque su estilo de juego se parece demasiado al de Karim Benzema, el delantero centro habitual que es baja en esta Copa del Mundo.
“Es un jugador que puede desenvolverse en el centro, le gusta, para él no supone un sacrificio”, señaló Didier Deschamps después de Australia. “La capacidad de Antoine permite dar equilibro a los tres jugadores de ataque”.
Al seleccionador le encanta este futbolista, imprescindible en sus alineaciones.
La estadística habla por sí sola: Griezmann jugó el martes su 68º partido consecutivo con la selección, no se pierde uno desde el verano de 2017, un récord nacional que pretende aumentar el sábado (16h00 GMT) contra Dinamarca.
Frente a los nórdicos, en septiembre en Copenhague (derrota 2-0), Deschamps le entregó por primera vez el brazalete, por la ausencia de Lloris y del segundo capitán, Raphaël Varane.
“Yo no soy un líder que habla mucho en el vestuario, soy más bien un líder en el terreno de juego”, explicó el domingo junto a su seleccionador en una entrevista con el canal Téléfoot.
– “Las piernas y la cabeza” –
Deschamps es consciente del valor de Griezmann y por eso nunca ha dejado de convocarlo, a pesar de sus momentos tormentosos en sus clubes.
El exjugador de la Real Sociedad pasó un mal momento cuando llegó al FC Barcelona en verano de 2019, un año después de ganar el Mundial y luego de anunciar que se quedaba en el Atlético en un documental titulado ‘La Decisión’.
El elevado traspaso (120 millones de euros) fue un fiasco y ‘Grizou’ recaló de nuevo en el equipo madrileño, a préstamo, en 2021. Algo que no gustó nada a una parte de la grada.
A principios de temporada su tiempo de juego estaba limitado a media hora por partido debido a un pulso entre ambos equipos. La situación se solucionó en octubre con un traspaso definitivo al Atlético, firmando un contrato hasta 2026, y ofreciendo grandes actuaciones y logrando la reconciliación total con los aficionados.
“Tengo las piernas, la cabeza, todo va muy bien”, celebró en Téléfoot.
Con los ‘Bleus’ solo le falta marcar, lo que no sucede desde el 13 de noviembre de 2021 ante Kazajistán. ¿Terminará la sequía de 10 partidos el sábado contra Dinamarca?