Angie Peña cumple diez meses de desaparecida luego de haber sido vista por última vez en enero, cuando abordó una moto acuática (Jet Ski) en Roatán, Islas de la Bahía, cautivada por el mar y la sensación de libertad que le produciría un paseo que resultó ser una trampa perfecta, utilizada por miembros de una enorme red de trata que opera desde hace varios años en ese sector insular del país.
Lo que destaca de este caso, según investigadores, es que Angie Peña, no fue captada desde la paradisíaca isla; sino que ya había sido “seleccionada” desde el catálogo de mujeres y niñas de la banda transnacional, quienes desde meses posteriores a su rapto daban seguimiento a sus redes sociales, en donde la joven exponía no solo sus intereses personales, fotografías, negocio familiar; sino que también sus viajes, planes y amistades.
Respecto a esto último y para desgracia de la familia, quienes hoy continúan esperando el regreso de la joven, los delincuentes transnacionales confabulados, con hondureños, hombres y mujeres, también contaban con “contactos” cercanos a la familia Peña, lo que permitiría facilitar el acercamiento con la víctima en un plan perfecto de desaparición con fines de trata.
Son decenas de mujeres y niñas que constan en el expediente investigativo policial y fiscal, que ha sido conocido por más de veinte personas, que llevan el caso del que solo se ha logrado la captura de uno de los investigados de la enorme red transnacional, Gary Lee Johnston, quien guarda prisión en una cárcel, por los delitos de trata y pornografía infantil, luego de un allanamiento en su casa de habitación en donde también se encontró escondida debajo de una cama a una niña de 16 años.
A Gary Lee Johnston se le involucra en el caso de Angie Peña, debido a testimonios e información recabada por los investigadores, pero se conoció que el detenido al verse acorralado, días antes a su detención, procedió a cerrar sus cuentas en internet, bloquear aparatos telefónicos, pensando que la investigación en Honduras no contaba con los conocimientos tecnológicos para rescatar toda la información que sustenta su arresto.
En el expediente investigativo del caso Angie Peña, se incluyen cientos de fotografías y videos que son parte del catálogo de explotación sexual de mujeres, adolescentes y niñas que son previamente seleccionadas desde las redes sociales de Facebook, Instagram, Snapchat y Twitter, posteriormente son contactadas, según los lugares de residencia, siendo los departamentos de Tegucigalpa, Danlí, San Pedro Sula, Choloma, Santa Bárbara, Copán, Olancho, Choluteca, Valle, Intibucá, entre otros en donde además según los “clientes” son clasificadas según su estatus económico.
La enorme red de trata, pedofilia y explotación sexual comercial que opera desde hace años en Honduras, también se ha afianzado con la protección de servidores públicos, ubicados no solo a lo interno de la Policía Nacional, Ministerio Público y Corte Suprema de Justicia.
Sino también a base de sobornos para lograr favores tanto en migración, puertos, aeropuertos, hoteles, bares, alcaldías, según algunos de los investigadores.
Lo anterior, solo es una pequeña parte de las investigaciones de caso, en donde se cuenta con seguimiento de inteligencia hacia decenas de personas, incluyendo actores directos y nexos entre personas de interés relacionados al caso ubicados en varios departamentos del país, amigos, novios, pretendientes de Angie, políticos, servidores públicos, empresarios extranjeros, nacionales, personas con antecedentes penales, criminales, policías, fiscales y jueces.
Por lo que el caso representa toda una “Caja de Pandora”, que muchos están interesados en mantenerla cerrada o en secretividad, dejando a una de muchas familias, sin su ser querido.