Tokio empezó a emitir certificados de relación a parejas del mismo sexo que viven y trabajan en la capital japonesa, un paso largamente esperado en un país sin matrimonio igualitario.
Estos certificados permiten a las relaciones LGTBQ ser tratadas como parejas casadas para algunos servicios públicos en cuestiones como vivienda, salud o ayudas sociales.
Más de 200 administraciones locales de Japón han llevado a cabo iniciativas para reconocer las uniones del mismo sexo desde que el distrito tokiota de Shibuya lanzara este sistema en 2015.
Aunque no implica los mismos derechos de un matrimonio, esta medida representa un cambio bienvenido para parejas como Miki y Katie, que durante mucho tiempo no tuvieron prueba oficial de su relación.
“Mi mayor temor era que ante una emergencia nos trataran como desconocidos”, explicó Miki en su casa de Tokio, cuyo frigorífico está decorado con imágenes de esta japonesa de 36 años y su pareja estadounidense de 31.
El viernes por la mañana, 137 parejas habían pedido el certificado, dijo la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.
“A través de este sistema en Tokio, sinceramente espero que podamos acelerar los esfuerzos para crear una sociedad donde los derechos de las minorías sexuales puedan ser protegidos y sean más iguales”, dijo la activista Soyoka Yamamoto a la prensa el martes.
Yamamoto y su compañera Yoriko, que llevan más de una década viviendo juntas, recibieron su certificado por la mañana.
“Espero que ahora podamos acceder a varias instalaciones y servicios sin tener que explicar nuestra relación”, dijo Yoriko, para quien esto es “un enorme paso adelante”.
Por la noche, decenas de personas se concentraron y se hicieron fotos frente a la torre que alberga el gobierno metropolitano de Tokio, iluminado con los colores del arcoíris.
“Es como si Tokio nos estuviera dando ánimos”, declaró Masato, un hombre de 39 años, en tanto su novio, Chris, aseguró que veía un “futuro brillante” para la pareja.
Con todo, muchos activistas señalaron que todavía queda camino por hacer.
“El matrimonio entre personas del mismo sexo es algo completamente distinto. Y eso debería ser legalizado”, defendió Setsuko Yuragi, de 22 años, que pidió ser identificada por su nombre artístico.
– Numerosos obstáculos –
En los últimos años, Japón, gobernado por un partido conservador que abraza los valores familiares tradicionales, dio pequeños pasos hacia la aceptación de la diversidad sexual.
Cada vez más empresas apoyan el matrimonio igualitario y los personajes LGTBQ aparecen más abiertamente en programas de televisión. Un sondeo en 2021 de la televisión NHK mostraba un apoyo del 57% al matrimonio igualitario, frente a un 37% en contra.
Pero sigue habiendo obstáculos.
Un tribunal de Sapporo consideró el año pasado que la ausencia de un matrimonio igualitario legal vulneraba el principio constitucional de igualdad, pero en junio otra corte en Osaka sentenció lo contrario.
El primer ministro, Fumio Kishida, fue cauteloso sobre la posibilidad de reconocer a nivel nacional las uniones del mismo sexo.
Un edil local de su Partido Liberal Democrático, Noboru Watanabe, recibió fuertas críticas el mes pasado tras decir que el matrimonio entre personas del mismo sexo era “repugnante”.
“Algunos políticos han realizado comentarios realmente negativos, como que somos enfermos mentales”, comentó Katie. Pero “las familias no están siempre hechas de una madre, un padre y dos niños. Tenemos que ser más flexibles”, argumentó.
Aunque bienvenido, el nuevo sistema tiene limitaciones: no reconoce el derecho a herencia y tampoco permite solicitar un visado como pareja en el caso de las relaciones entre nipones y extranjeros.