No te andas con rodeos, Señor. No nos hablas de un camino fácil en tu seguimiento y menos para alcanzar la meta.
Al escucharte recuerdo aquel «o conmigo o contra Mí, porque el que no está conmigo, ¡desparrama!»
Es que si quiero realmente ser tu discípulo, mi Señor, debe ser porque he escuchado tu palabra y te he entregado mi vida, porque he tomado la firme decisión de seguirte cada día, con todas sus consecuencias.
Algunos días el camino parecerá fácil, y sentiré que tu bendición me acompaña, pero se que habrá otros en que el camino será difícil y te sentiré lejano… y deberé cruzar la puerta que me lleva a Ti dejando atrás mis dudas, mis temores, pero también mi voluntad que me empuja a detenerme, a ir por otros caminos, a buscar “tesoros” diferentes al verdadero tesoro, que eres Tú, y me engañaré pensando que habrá un “mas tarde”, “después”.
¡Señor, no me permitas que me aparte de tu camino!
¡Que para seguirte me desprenda de todo y seas Tú mi Camino, mi Puerta, la Vida eterna que anhelo!