Rusia tropieza con grandes dificultades en su ofensiva en Ucrania y sus aliados no parecen dispuestos a dejarse arrastrar por el conflicto: Bielorrusia dice que poco puede hacer para ayudarla e Irán niega cualquier implicación en la guerra, aunque le vende drones y misiles.
El Kremlin perdió la iniciativa militar frente a las contraofensivas de Ucrania, en el noreste y el sur, y admite que sus tropas se encuentran en dificultades en algunas regiones.
Sometido a un aislamiento diplomático occidental, el presidente ruso, Vladimir Putin, se apoya en dos aliados con posturas casi opuestas.
– Ganancias diplomáticas –
Bielorrusia e Irán no tienen los mismos intereses ni la misma relación con el Kremlin.
Irán, aislado frente a Occidente y desestabilizado internamente por protestas sociales, juega varias cartas al mismo tiempo.
La República Islámica actualmente “no es más aliada de Rusia que ayer, pero su gobierno es pragmático”, resume Pierre Razoux, director académico de la Fundación Mediterránea de Estudios Estratégicos (FMES).
Teherán “necesita al Kremlin para contener a los turcos y los azerbaiyanos en el Cáucaso, para recibir los aviones cazas de última generación y los misiles de crucero que van con ellos. También para ejercer presión sobre Israel en Siria y para equilibrar la presencia china, que se hace muy fuerte”, detalla.
La posición de Bielorrusia es más delicada. El presidente Alexander Lukashenko, en el poder desde 1994, necesita el apoyo de Moscú, pero no tiene mucho que ofrecerle.
“El 90% de los bielorrusos no apoyan la guerra” en Ucrania, estima Giovanni Chiacchio, analista del think-tank italiano Geopolitica, recordando que Lukashenko sobrevivió al movimiento de protesta de 2020 “gracias a la lealtad de sus fuerzas armadas”, que hoy no puede poner en peligro.
– Al norte, Bielorrusia –
Hasta 9.000 soldados rusos y unos 170 tanques serán desplegados en Bielorrusia, un situado al norte de Ucrania, en un contingente militar conjunto.
Bielorrusia nunca envió tropas a Ucrania, pero puso de su territorio salió una de las columnas rusas que iniciaron la invasión de Ucrania el 24 de febrero.
Ucrania asegura además que es bombardeada desde posiciones en Bielorrusia.
El ejército ucraniano advirtió el jueves de una “amenaza creciente” de ofensiva rusa desde el norte.
Pero la hipótesis de una intervención directa de Bielorrusia parece improbable.
Sus fuerzas armadas, según Chiacchio, están “en mal estado”, esencialmente compuestas por “conscriptos sin formación adecuada ni motivación” y con equipos de fiabilidad “altamente cuestionable”.
Tadeusz Giczan, periodista ucraniano y experto del Centro de Análisis de Política Europea (CEPA), asegura incluso que los soldados rusos implicados son “reservistas recién movilizados”, enviados a Bielorrusia para su formación.
– Los drones iraníes –
En el terreno, los drones suicidas iraníes son la novedad de las últimas semanas. Los rusos los utilizan para atacar las infraestructuras energéticas ucranianas.
Moscú habla de “conclusiones infundadas”, pero un funcionario del ministerio de Defensa ruso afirmó en un plató de televisión creyéndose fuera de micrófono: “Todos sabemos que son iraníes, pero las autoridades no lo admiten”, explicó.
Los drones “no marcan la diferencia en el frente sino en la campaña de terror rusa”, explica a la AFP Ivan Klyszcz, investigador del Instituto de Política Exterior de Tallin, Estonia.
Estados Unidos afirmó el jueves que “militares iraníes han estado en Crimea y han ayudado a Rusia”.
Irán negó el jueves informaciones de prensa sobre el próximo envío de misiles a Rusia. El diario estadounidense Washington Post hizo referencia al suministro de misiles tierra-tierra.
“La entrega de Fateh 110 y otros SRBM de la generación anterior no cambia realmente el panorama. Sin embargo, los rusos tienen Kalibr e Iskander”, que son mucho mejores, dice a la AFP Razoux, pero la entrega “aumenta el umbral de letalidad”, destaca.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, recordó el jueves a Irán que “todo suministro de misiles constituirá también una clara violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”.
Alexandre Grinberg, del Instituto para la Seguridad y la Estrategia de Jerusalén (JISS), ve una lógica muy clara para Teherán.
“Es un contrato en el que ambos ganan”, dijo a la AFP.
“Para los rusos, estos misiles son mucho más baratos que sus propios Kalibr, que empiezan a faltar. Y los iraníes han estado trabajando durante mucho tiempo para mejorar su orientación”, indica. La guerra les ofrece un escenario ideal a escala natural.